Las células madre son células inmaduras que terminan transformándose en los diversos tipos de células sanguíneas maduras:
- Glóbulos rojos (eritrocitos), que transportan el oxígeno.
- Plaquetas, que ayudan a la coagulación de la sangre.
- Glóbulos blancos (leucocitos), que ayudan a combatir las infecciones.
Un trasplante de células madre sustituye las células defectuosas o dañadas en pacientes cuyas células sanguíneas normales se han visto desplazadas por las células cancerosas. También pueden emplearse trasplantes para tratar trastornos hereditarios, como la anemia drepanocítica, o para ayudar a que los pacientes se recuperen o toleren mejor el tratamiento del cáncer.
Las células madre para trasplante proceden de las siguientes fuentes:
Autotrasplante: las células de sustitución se obtienen de la médula ósea del propio paciente antes de la quimioterapia y se administran después del tratamiento.
Alotrasplante: las células madre proceden de un donante con el tejido más compatible con el paciente. Alrededor del 75% de los pacientes no disponen de un donante adecuado en su familia y requieren células procedentes de donantes no emparentados compatibles, que se identifican a través del Programa nacional de donantes de médula ósea.
La sangre de cordón umbilical procedente de neonatos se extrae de la placenta después del parto y se conserva en bancos de sangre de cordón umbilical especiales para uso futuro.