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Etapas de supervivencia en el cáncer

Desde la década de 1980, los supervivientes de cáncer y los médicos han intentado describir las etapas que es frecuente identificar en los supervivientes de cáncer. La mayoría las desglosa en una versión de las tres etapas que se describe a continuación:

Supervivencia aguda (afrontar el cáncer):  Esta etapa comienza en el momento del diagnóstico y continúa durante el tratamiento activo, que puede incluir cirugía, quimioterapia, radioterapia u otras terapias. Un enfoque integral desde el inicio del proceso resulta muy beneficioso, ya que contar con orientación y apoyo no solo de médicos y oncólogos, sino también de nutricionistas, psicólogos, fisioterapeutas y otros profesionales especializados en oncología, puede marcar una gran diferencia. Este equipo multidisciplinario está preparado para responder a las necesidades del paciente y prevenir posibles dificultades físicas y emocionales que puedan surgir durante la enfermedad y sus tratamientos.

Supervivencia extendida (seguimiento estrecho): Período que comienza al finalizar el tratamiento activo. Durante esta etapa, el equipo médico realiza un monitoreo cercano, en el que el paciente asiste a revisiones y pruebas con frecuencia, ajustadas según el tipo de cáncer y el riesgo de recaída. Es común sentir alivio por haber terminado los tratamientos, pero también puede surgir temor ante una posible recaída, lidiar con posibles efectos secundarios o secuelas y dificultades para retomar la vida que tenían antes del diagnóstico. En este proceso, el apoyo de un equipo multidisciplinario sigue siendo de gran ayuda para brindar orientación y acompañamiento en cada paso

Supervivencia permanente (vivir después del cáncer): Supervivencia después del tratamiento y a largo plazo.  Aunque muchas personas regresan a su vida cotidiana y consideran que su vida ha vuelto a la normalidad, un porcentaje significativo enfrenta secuelas físicas, emocionales o económicas relacionadas con la enfermedad y su tratamiento. La atención en esta etapa suele ser gestionada por el médico de atención primaria, con un plan de seguimiento elaborado en colaboración con el oncólogo, para garantizar una atención integral y adaptada a las necesidades de cada persona. Además, en esta fase, es importante promover la calidad de vida, la salud mental y la reintegración social y laboral.