El cáncer de cuello uterino es sumamente prevenible. Las citologías regulares no solo detectan células cancerosas, sino también alteraciones en el cuello uterino que, con el tiempo, pueden progresar a cáncer en un período de 10 a 15 años.
Un virus de transmisión sexual, denominado virus del papiloma humano (VPH), provoca casi todos los casos de cáncer de cuello uterino. El VPH normalmente desaparece por sí solo y la mayoría de las personas con VPH no llegan a saber que lo tienen. Y, aunque los expertos señalan que la mayoría de las mujeres infectadas por el VPH no presentarán un cáncer de cuello uterino, los médicos instan a las mujeres a que sean conscientes de este riesgo y a que se sometan a citologías con regularidad.
El VPH puede clasificarse en dos grupos:
Bajo riesgo: dos de las cepas de VPH de bajo riesgo son la 6 y la 11. Algunas cepas de VPH causan verrugas genitales, pero no cáncer de cuello uterino. Estas cepas de bajo riesgo explican alrededor del 90% de las verrugas genitales.
Alto riesgo: dos tipos de alto riesgo de VPH, las cepas 16 y 18, pueden estimular el crecimiento de células precancerosas en el cuello uterino. Si no se identifican y tratan estas células anormales, pueden volverse cancerosas. Explican en torno al 70% de todos los cánceres de cuello uterino y una menor proporción de los cánceres de vagina y vulva.
Otros factores de riesgo son:
Edad: el riesgo de cáncer de cuello uterino aumenta con la edad y se diagnostica con mayor frecuencia en mujeres mayores de 40 años. Sin embargo, a menudo se diagnostica a mujeres más jóvenes de lesiones precancerosas que precisan tratamiento para prevenir el cáncer.
Tabaquismo: el humo del tabaco contiene sustancias químicas que dañan las células del organismo. Aumenta el riesgo de presentar cambios precancerosos en el cuello uterino, especialmente en las mujeres con VPH.
Conducta sexual: determinados tipos de actividades sexuales pueden incrementar el riesgo de infectarse por el VPH, como el hecho de tener múltiples parejas sexuales o parejas masculinas de alto riesgo, el mantenimiento de la primera relación sexual a una edad temprana y el uso de métodos anticonceptivos que no sean de barrera.
Ausencia de citologías vaginales regulares: el cáncer de cuello uterino es más frecuente en las mujeres que no se someten a cribados previos mediante citología. La citología ayuda a los médicos a identificar células precancerosas.
Enfermedades de transmisión sexual (ETS): las mujeres con ETS corren un mayor riesgo de cáncer de cuello uterino.
Exposición a dietilestilbestrol (DES) antes del nacimiento
Infección por el VIH
Sistema inmunitario debilitado: las mujeres que se han sometido a un trasplante de órgano o que toman esteroides por otros motivos corren un riesgo mayor que la media de padecer un cáncer de cuello uterino.
Prevención del cáncer de cuello uterino
Vacuna contra el VPH
Las vacunas contra el VPH tienen el potencial de prevenir el cáncer de cuello uterino. Una vacuna nueva confiere protección contra el virus que causa la mayoría de los cánceres de cuello uterino al bloquear la infección.
Se recomienda la vacunación sistemática de las mujeres con edades comprendidas entre los 11 y 26 años. La vacuna es más eficaz cuando se administra a chicas de entre 11 y 12 años. Se administran tres dosis de la vacuna mediante inyección durante un período de seis meses.
Citología vaginal La citología vaginal, conocida con frecuencia como prueba de Papanicolaou, es un procedimiento de cribado utilizado para detectar células anormales en el interior y alrededor del cuello uterino. En esta prueba, el médico utiliza un bastoncillo o cepillo para tomar algunas células del cuello uterino. Un resultado anormal podría indicar inflamación del cuello uterino, infección por tricomonas o levaduras u otras causas. En las mujeres posmenopáusicas, la citología puede detectar células glandulares anormales que podrían indicar un cáncer de endometrio.
Las mujeres deben someterse a citologías vaginales desde tres años después del comienzo de las relaciones con penetración vaginal y no más tarde de los 21 años.
A los 30 años, las mujeres con tres o más citologías consecutivas con resultados normales pueden someterse a ellas con menos frecuencia. Ello dependerá de los factores de riesgo y debe comentarse con el médico.
Las mujeres que hayan recibido tratamiento por displasia cervical (una lesión precancerosa) o cáncer quizá tengan que someterse a citologías con más frecuencia si así lo recomienda el médico.
En caso de que se haya sometido a una histerectomía, consulte al médico en relación con el cribado. Si está sana, se ha sometido a una histerectomía por un motivo distinto de lesiones precancerosas o cáncer y tiene citologías vaginales normales, es posible que pueda someterse a cribado con menos frecuencia. No obstante, aunque se le haya extirpado el cuello uterino durante la histerectomía, sigue recomendándose la práctica de exploraciones pélvicas regulares para verificar la presencia de células precancerosas en la zona vaginal y de la vulva, sobre todo en las mujeres que han estado expuestas al VPH.