Erosión de la piel resultante de una quemadura, infección o enfermedad cutánea. Su aparición también es muy típica al friccionar la piel constantemente o habitualmente con algún elemento como pueden ser las sábanas o la ropa y al hacer presión alguna prominencia ósea, como codos, talones, caderas, columna… sobre una superficie más o menos rígida.
Suele darse con frecuencia en pacientes que pasan un largo periodo de tiempo en la cama.
Para su clasificación se dividen en grados desde el I hasta el IV y dependiendo de éstos se tratará de una forma u otra.
Para evitar su aparición en muy importante mantener la piel bien hidratada, y según la valoración de la enfermera se colocarán protecciones mediante vendajes en las zonas de riesgo, o se colocará un colchón antiescaras en la parte superior de la cama el cual mediante el inflado y desinflado por diferentes zonas de éste se conseguirá evitar la presión continúa en un mismo lado.