El colangiocarcinoma se origina en las vías biliares del hígado, por lo que se enmarca dentro de los tumores primarios hepáticos, una clasificación que también incluye el hepatocarcinoma, el que se conoce como cáncer de hígado entre la población general.
La principal dificultad en el diagnóstico de estos tumores, explica este especialista, es que “no existen síntomas ni biomarcadores que nos puedan hacer sospechar en un análisis de la presencia de un tumor de este tipo”. Además, debido a que no existen biomarcadores validados, tampoco es posible hacer un cribado, de forma que los profesionales solo pueden “vigilar hígados enfermos, en los que es más probable que aparezca un colangiocarcinoma o un hepatocarcinoma”.
Dada la dificultad en el diagnóstico, el colangiocarcinoma se detecta en estadios bastante avanzados en la mayoría de las ocasiones, lo cual empeora el pronóstico de los pacientes. Como señala el doctor Viéitez, “es un tumor que, si se detecta a tiempo y se puede operar, podría alcanzar la curación”. Pero el problema llega si el tumor es irresecable, es decir, que no puede ser intervenido quirúrgicamente, ya que, aquí, apunta el doctor, “si bien sí hay una primera opción de tratamiento consolidada de combinación de dos citostáticos, el resto de herramientas disponibles tienen mucha menos consistencia científica”.
Y de ahí la necesidad de investigar en nuevas opciones de tratamiento quirúrgicas y farmacológicas que puedan ayudar a mejorar la supervivencia y la calidad de vida de estos pacientes.