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Madrid, 10 de enero de 2024. La fatiga es uno de los síntomas subjetivos más referidos por pacientes con algún tipo de cáncer1. Esta problemática se caracteriza principalmente por la aparición de signos tales como astenia, laxitud, falta de energía o debilidad y, según la Sociedad Española de Enfermería Oncológica (SEEO), afecta a un porcentaje elevado de pacientes oncológicos, entre un 78% y un 96%1.  

Algunos de estos pacientes se ven incluso obligados a modificar sus actividades del día a día, lo que puede derivar en problemas emocionales, según señala Ana Garnica, supervisora de Formación de Enfermería de MD Anderson Cancer Center Madrid – Hospiten. “Este síntoma altera los roles familiares, sociales y laborales del paciente, por lo que tienen que introducir cambios en su rutina que pueden llegar a afectarles emocionalmente”, agrega.

Por ello, María Isabel González, psicooncóloga de MD Anderson Madrid – Hospiten, insiste en la importancia de mantener un buen estado de ánimo para hacer frente a este efecto. El bienestar emocional y la capacidad de afrontamiento más adaptativo  tienen una clara relación. Si el paciente aprende a gestionar mejor sus emociones, estará más predispuesto a llevar a cabo un afrontamiento activo ante las dificultades y, a su vez, si mejora la manera de afrontar su situación, mejorará su ánimo también”, apunta.

Según ambas expertas, este síntoma ha de abordarse desde un enfoque multidisciplinar, siempre con el objetivo de aliviar la sensación de agotamiento y malestar sin comprometer el tratamiento, proporcionando diversas herramientas que ayuden al paciente a gestionar la fatiga de la manera óptima y efectiva.

El papel de la alimentación en el control de la fatiga

La fatiga es un mecanismo de acción a nivel celular en el cual interviene el aparato digestivo y genera cansancio, dolor, malestar y náuseas. Unos efectos que pueden ser consecuencia tanto del tratamiento como del propio tumor, y para los que la alimentación juega un papel fundamental. “En primer lugar, la alimentación desempeña un rol preventivo frente a efectos secundarios como náuseas, vómitos y diarrea. Además, cumple una función esencial de seguimiento en relación con efectos inflamatorios, tales como la obesidad, la diabetes o la hipertensión. Por lo tanto, la alimentación juega un papel preventivo, de apoyo durante el tratamiento y de respaldo al paciente”, subraya Pedro Robledo, responsable de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética de MD Anderson Madrid – Hospiten.

En muchos casos, los pacientes ya presentan un grado de desnutrición de diferente estirpe, por lo que “siempre podemos ofrecer apoyo y resolver dudas respecto a lo que va a pasar con su tratamiento, si le va a generar trastornos, cambios en su alimentación, dislipemias”. En esta línea, Robledo puntualiza que la dieta óptima tiene que ser variada y adaptada a las necesidades de la edad del paciente, así como del diagnóstico y su repercusión en algunos de los procesos fundamentales de la fase digestiva como pueden ser la masticación, la deglución, la degradación de alimento y la absorción.

Por lo tanto, la mejor dieta sería la más variada, adecuada a las necesidades y a la edad del paciente. En este sentido, la dieta mediterránea se considera que es la que tiene más variedad, la que aporta todos los nutrientes necesarios, “y lo único que tendríamos que hacer sería adaptarla a las necesidades energéticas de ese paciente y a las características específicas de esa persona. No obstante, el diagnóstico y la parte a la que afecta es fundamental para adecuar la dieta”, explica.

Ejercicio adaptado y gestión de los pensamientos

Además de estas alternativas o métodos para paliar este efecto secundario del tratamiento de cáncer, González agrega que la fatiga en una persona sin enfermedad oncológica requiere de periodos de descanso. Sin embargo, en el caso de pacientes oncológicos, se contrarresta con actividad y ejercicio adaptado de manera individual a cada paciente, de acuerdo con su condición física y su momento actual de tratamiento.

Aparte de hacer ejercicio adaptado y el seguimiento de una alimentación equilibrada y saludable, me gusta recomendar técnicas de relajación y de gestión de pensamientos y emociones, y entender la energía que disponemos cada día como una batería”, expresa la psicooncóloga.

La especialista revela que les enseña a sus pacientes a ser conscientes de que su energía puede estar limitada temporalmente por el cáncer y sus tratamientos, por lo que les propone realizar un listado de tareas diarias y ordenarlas por prioridades e importancia. “Hay que tener en cuenta que algunas tareas provocan un desgaste, pero que otras pueden ofrecerles más energía. Además, es importante que tomen descansos para no llegar al límite de agotamiento y aprender a pedir ayuda y delegar cuando es necesario”, finaliza.

Referencias

  1. Reques, M. J. M., Delgado, T. L., & Perez, P. (2003). La fatiga en el cáncer: impacto y alcance del problema. Enfermería global: Revista electrónica trimestral de enfermería, 2(1), 1-14 https://seeo.org/wp-content/uploads/2019/05/6.T1-02.pdf