Aunque la prevención sigue siendo la mejor forma de evitar estos tumores, el diagnóstico precoz, una vez aparecen los primeros síntomas de enfermedad, permite curar hasta el 95% de los casos, por lo que es fundamental realizarse evaluaciones periódicas para detectar cualquier alteración cutánea. “Una lesión pigmentada que pique, crezca, sangre o cambie de color debe incitar a los pacientes a acudir a la consulta médica”, advierte el Dr. Alberto Conde Taboada, jefe del Servicio de Dermatología de MD Anderson Cancer Center Madrid – Hospiten.
Aunque hay un pequeño porcentaje de cánceres de piel que se manifiesta por causas hereditarias, se sabe que el causante directo es el sol. Las tres formas más frecuentes de este tumor son el carcinoma o epitelioma basocelular, el carcinoma o epitelioma espinocelular y el melanoma maligno. Este último es el responsable del 80% de las muertes por cáncer de piel en España y se desarrolla tras una malignización de los melanocitos, encargados de dar coloración a la piel.
Los especialistas insisten en que también es preciso prestar atención a formas precancerosas como la queratosis actínica o queratosis solar, con el potencial de convertirse en un carcinoma espinocelular. Aparece en forma de placas escamosas, rugosas y de color rojo o marrón en la piel, pero a menudo se notan con más facilidad al tacto que a la vista. Al igual que el cáncer de piel, la queratosis actínica aparece normalmente en zonas expuestas al sol, si bien puede encontrarse también en otras partes del cuerpo.