Gracias a los importantes avances de la ciencia y a una detección cada vez más precoz del cáncer de próstata, el tumor más frecuente entre el sexo masculino, la preocupación de la mayoría de estos pacientes ha pasado de ser la propia de un paciente oncológico a estar más centrada en cuestiones de calidad de vida. “Ahora, los pacientes preguntan más si deben o no tratarse y si existe alguna manera de tratar el cáncer de próstata sin los clásicos efectos secundarios de la cirugía y la radioterapia: la incontinencia urinaria y la impotencia sexual”, asegura el doctor Carlos Núñez, jefe del Servicio de Urología de MD Anderson Cancer Center Madrid – Hospiten.
Así, aunque la incidencia del cáncer de próstata continúa aumentando, la buena noticia en una fecha como el 11 de junio, Día Mundial del Cáncer de Próstata, es que “cada vez detectamos tumores de forma más precoz y, por eso, cada vez diagnosticamos más tumores localizados, frente a los que podemos utilizar dos estrategias: la vigilancia activa y, más recientemente, la terapia focal”, señala el doctor Núñez, que califica esta última técnica todavía cuasiexperimental como “una auténtica revolución para los pacientes”.
La llegada de esta terapia no habría sido posible, eso sí, sin los avances que se han producido en los últimos años en técnicas de imagen. La llegada de herramientas como la resonancia magnética, el HistoScanning o las biopsias de fusión han permitido que actualmente sea mucho más sencillo localizar un tumor, incluso de pequeño tamaño, en la próstata.
Y, gracias a ello, ha sido posible el desarrollo de la terapia focal, un conjunto de técnicas cuyo objetivo es utilizar algún tipo de energía para tratar exclusivamente la zona del tumor, con un margen de seguridad, pero sin extender el tratamiento al resto de la próstata. Por eso, la terapia focal está indicada solo en “pacientes con tumores muy localizados que afectan únicamente a una parte muy concreta de la próstata”, destaca el doctor Núñez, que reitera que, afortunadamente, este tipo de tumores son los que más se ven en la consulta hoy día.
La crioterapia, una de las técnicas más prometedoras de la terapia focal
Una de las técnicas que comprende la terapia focal es la crioterapia, que consiste en insertar unas agujas alrededor del tumor capaces de congelar el tejido de forma muy rápida hasta llegar a temperaturas de 40 grados bajo cero para, posteriormente, calentar el tejido muy rápido, todo ello con el objetivo de provocar la destrucción total de las células cancerígenas.
Aunque no existen resultados a largo plazo con esta técnica, el doctor Núñez sí habla de “resultados muy prometedores a medio plazo”. Concretamente en MD Anderson Madrid – Hospiten, el equipo del doctor Núñez tiene datos en una serie de 30 pacientes que, tras 2-3 años de haberse sometido a crioterapia, no han sufrido recidiva. Y no solo eso, sino que un 100% de los sujetos permanece continentes y entre un 80-90% de los sujetos no ha perdido la potencia sexual. Con estos resultados sobre la mesa, y aunque es cierto que actualmente no existen muchos centros que realicen esta técnica, el doctor Núñez cree que la terapia focal podría convertirse en un estándar de tratamiento en el futuro.
Además de la crioterapia, la terapia focal también agrupa la ablación por ultrasonidos focalizados de alta intensidad, que localiza la lesión tumoral y emite una serie de ondas de choque que calientan el tejido a 90 grados hasta su destrucción, y la electroporación, que crea un arco galvánico en torno a unas agujas para destruir el tumor gracias a la electricidad que se crea en torno a esas agujas colocadas alrededor del tumor.
La vigilancia activa, una opción para los tumores menos agresivos
Aunque menos novedosa, la vigilancia activa es una estrategia muy utilizada también ante un diagnóstico de cáncer de próstata. Indicada fundamentalmente en pacientes mayores con “tumores poco agresivos y niveles de PSA estables”, explica el doctor Núñez, la vigilancia activa consiste en observar al paciente de forma continua, realizando biopsias cada 12-18 meses, con el objetivo de determinar si el tumor del paciente es potencialmente dañino o no de cara a llevar a cabo o no un tratamiento.
Actualmente, además de la mera observación del paciente, es posible también utilizar ciertos marcadores genéticos para determinar la agresividad del tumor, lo que permite al profesional sanitario tomar una decisión acerca del tratamiento de cada paciente con cáncer de próstata con mayor precisión.