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Madrid, 10 de noviembre de 2022-. Los tumores neuroendocrinos comienzan en células especializadas llamadas células enterocromafines que tienen rasgos similares a los de las células nerviosas y las productoras de hormonas. Son tumores poco frecuentes, aproximadamente entre 3.000 y 4.000 casos al año en nuestro país1, y pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo. El 65% tiene origen en el tracto gastrointestinal, el 25% en el bronquial y el 10% restante aparece en otros lugares del cuerpo.

Según explica el Dr. Enrique Grande, jefe del Servicio de Oncología Médica de MD Anderson Cancer Center Madrid – Hospiten y jefe de Investigación Clínica de la Fundación MD Anderson España, “estos tumores pueden aparecen en todo el cuerpo, en el esófago, en el estómago, en el páncreas, en el recto, en el intestino medio, en el pulmón, en los ganglios, en el hígado, y existen casos en los que no logramos saber dónde se originó el tumor primario. Sobre todo, dan metástasis hepáticas, pero hay algunos que sólo las dan óseas, pulmonares, y la capacidad de producir hormonas que inducen síntomas es de apenas el 30% de los casos”.

En este sentido, el manejo multidisciplinar de los tumores neuroendocrinos y su tratamiento en unidades especializadas es clave para ofrecer a los pacientes el mejor tratamiento en cada momento de la enfermedad. “Son tumores extremadamente heterogéneos, lo que no hace tan sencillo un buen diagnóstico. Por eso es importante que, una vez orientado el tratamiento, estos pacientes puedan ir a este tipo de unidades multidisciplinares”, comenta el doctor Grande.

El radiodiagnóstico y la medicina nuclear son técnicas que agrupan la imagen y la funcionalidad de las lesiones encontradas y que son vitales a la hora de estudiar y orientar los tratamientos de los tumores. En este sentido, un estudio presentado recientemente en el marco del congreso de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en el que han participado más de 300 pacientes en España de 40 hospitales diferentes, resalta la eficacia de la utilización del radio fármaco lutecio y refuerza la idea del concepto del teragnóstico para el abordaje de cierto tipo de tumores neuroendocrinos.

El teragnóstico consiste en utilizar moléculas unidas a isótopos radiactivos para diagnosticar y tratar diversas enfermedades. “Igual que actuamos con el azúcar en un PET normal, en este caso el contraste que se emplea es un líquido que emite una luz, que no deja de ser un átomo radioactivo, pero de muy baja intensidad. Si el tumor lo capta, quedará marcado, por lo que nos indicará que ese tumor en concreto sería candidato para utilizar ya el fármaco que utiliza el mismo vehículo que el contraste, pero esta vez añadiendo lutecio con una alta radioactividad que ejercería la función terapéutica. Este es el concepto del teragnóstico: diagnostico por un lado y terapia por el otro”, explica Enrique Grande.

La eficacia de estos radio-fármacos se ha demostrado en tumores neuroendocrinos bien diferenciados, como son los que se originan en el tubo digestivo. Si bien es cierto que se empieza a utilizar en tumores neuroendocrinos de pulmón o de origen fuera del tracto gastrointestinal, así como en otros tumores endocrinos que también pueden expresar el receptor de la somatostatina que es la diana del lutecio.

Mayor accesibilidad a las pruebas diagnósticas para los pacientes

Una mayor accesibilidad de la población general a pruebas de imagen es la que está permitiendo que cada vez se diagnostiquen estos tumores de una manera más precoz. Pero hoy en día se sigue considerando que la media de retraso en el diagnóstico de estos pacientes es de 5 años. Por eso es importante que, una vez orientado el tratamiento, puedan acceder a este tipo de unidades multidisciplinares.

“En mi caso, no hubo pistas (síntomas) que indicaran que la enfermedad había comenzado y se estaba extendiendo. Cuando me detectaron una adenopatía ganglionar, desde atención primaria se activó la ruta de diagnóstico rápido y solamente tuve que esperar dos meses para tener la confirmación de mi tumor neuroendocrino metastásico a partir del estudio anatomopatológico. Un tiempo corto con un impacto emocional enorme, en el que ningún especialista sospechaba ni pensaba en un tumor neuroendocrino, y todas las pruebas iniciales estaban dirigidas a la búsqueda de algún tipo de linfoma, patología más frecuente que el cáncer neuroendocrino”, explica Blanca Guarás, presidenta de la Asociación de Pacientes con Tumores Neuroendocrinos, NET-ESPAÑA.

En opinión de la presidenta de NET-España, existen muchos ámbitos de mejora. En cuanto al diagnóstico, es necesario difundir conocimiento dirigido a los servicios de Atención Primaria y también a los especializados de cualquier disciplina, para poder sospechar antes la enfermedad y llegar a un diagnóstico en etapas más tempranas, cuando las opciones curativas pueden ser reales. “En relación con el tratamiento de estos pacientes, se necesita una mayor inversión en investigación, fomentar la participación en los ensayos clínicos y establecer rutas asistenciales ágiles y efectivas para poder centralizar la experiencia y que todos los pacientes podamos ser tratados en centros especializados en cáncer neuroendocrino”, concluye Guarás.

Referencias:

1 Grupo Español de Tumores Neuroendocrinos y Endocrinos (GETNE),