Madrid, 22 de abril de 2024.- El cáncer sigue constituyendo una de las principales causas de morbi-mortalidad en el mundo y va a seguir siéndolo en los próximos años. Tanto es así que, en España, el número de cánceres diagnosticados en 2024 se estima que alcanzará los 286.664 casos según los cálculos de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN), lo que supone un ligero incremento con respecto al año 20231. Los cambios en la autoimagen son uno de los problemas derivados de la enfermedad y posibles tratamientos, lo que provoca reacciones emocionales de pérdida, disminución de la autoestima y depresión. Esta experiencia de pérdida y cambio que enfrentan las personas que padecen cáncer es conocida como duelo corporal y puede ser percibida como una amenaza.
“Esta pérdida puede situar al paciente en un estado de indefensión ante el miedo, la incertidumbre, la frustración y la tristeza que genera. En el caso de pacientes oncológicos, hablamos de cambios muy dispares derivados de los diferentes tratamientos. Desde la caída de cabello o la desfiguración facial, incluso ciertos abordajes como amputaciones u ostomías, lo que no solo afecta a la imagen sino también al funcionamiento del cuerpo”, comienza Mª Isabel González, psicooncóloga en MD Anderson Cancer Center Madrid – Hospiten.
Esto va a tenerse en cuenta a la hora de ver la intensidad y la duración de la respuesta emocional y, por tanto, del impacto psicológico. “Hay pérdidas que son temporales y reversibles, como la alopecia después de una quimioterapia, mientras que otras son irreversibles, por lo que tenemos que adaptarnos, ya no temporalmente, sino de manera indefinida a esta nueva situación”, continúa la psicooncóloga, quien insiste en que “es fundamental evaluar primero la necesidad del paciente” y “transformar la amenaza en desafío”.
A este respecto, González puntualiza que la terapia “siempre es un traje a medida” porque cada paciente es único y sus necesidades no son estáticas y cambian a lo largo del proceso. “Las necesidades de los pacientes no son iguales a lo largo del proceso, que va desde el diagnóstico hasta el final de los tratamientos y durante la etapa de supervivencia. Conforme atraviesan estas etapas, sus necesidades cambian. Por lo tanto, es importante adaptar el apoyo y la asistencia en consecuencia”, señala.
Tanto es así que, según la psicooncóloga, en algunos casos, se puede llevar a cabo una labor preventiva mediante la provisión de información, ayudando a gestionar las emociones y brindando herramientas que faciliten la adaptación a la nueva situación. Unas medidas que pueden ser suficientes para algunos pacientes, mientras que, para otros, el malestar puede ser más significativo, intenso y prolongado en el tiempo, afectando a diferentes áreas de sus vidas laboral, personal y familiar, lo que requiere un abordaje terapéutico más específico.
La información como herramienta principal para reducir el miedo a la incertidumbre y adaptarse a su nueva situación
Esta nueva realidad supone un reto para los pacientes, quienes tienen que comenzar un proceso de adaptación. Por ello, prosigue, es importante que el paciente conozca las herramientas y recursos de afrontamiento para lograr una correcta gestión de las emociones. “Una de las herramientas más importante y útiles para reducir el miedo a la incertidumbre y tener una mayor percepción de control es la información. ¿Qué me espera? ¿Qué me va a pasar? ¿A qué me tengo que enfrentar? ¿Qué cosas me pueden ayudar? Conocer estas respuestas siempre empoderan al paciente”, subraya la especialista.
Trabajar con objetivos y expectativas realistas es otro de los mecanismos que pueden ayudar a los pacientes a hacer frente al duelo, así como implementar estrategias de autocuidado como la correcta alimentación, la realización de ejercicio y el descanso.
El entorno familiar debe aprender a acompañar al paciente sin invalidar sus reacciones emocionales
El cáncer es una enfermedad que no solo afecta al paciente, sino a todo el entorno familiar. Por ello, la psicooncóloga de MD Anderson Madrid – Hospiten recomienda que los familiares también trabajen la esfera psicológica para aceptar y entender la dificultad por la que pasa el paciente, así como a aprender a acompañarlo y a no invalidar sus emociones.
“Hay que evitar la sobreprotección, los mensajes de pena o lástima. De esa forma, estamos enviando un mensaje negativo de ‘no eres capaz o no puedes’. Hay que aprender a mantenernos a disposición de lo que pueda necesitar y ofrecer esa ayuda, pero no adelantarnos sin que el paciente lo pida. Hay que darle su espacio de autonomía”, indica.
Este espacio de autonomía es esencial, ya que está muy relacionado con la seguridad en uno mismo y la autoestima. “Muchas veces, pasar por una transformación física provoca un cambio en la forma de relacionarse con el entorno social e incluso íntimo. Pueden ser frecuentes sentimientos de vergüenza o vulnerabilidad que incluso deriven hacia el aislamiento social. En consulta ponemos en valor el contar con una red de apoyo familiar y social, y que sea el paciente quién oriente a su entrono en sus necesidades”, concluye la especialista.