La videotoracoscopia es una evolución de la cirugía tradicional que emplea pequeñas incisiones para introducir una óptica, con la que se visualiza el interior de la cavidad pleural a través de un monitor, y el instrumental quirúrgico en función de la complejidad de la intervención. Una de sus principales ventajas es que, en los pacientes que lo requieren, permite iniciar la quimioterapia a los pocos días de la operación, frente a la cirugía convencional que obliga a esperar varias semanas para comenzar con el tratamiento. Además, es posible dar el alta al paciente a las 48 horas de la operación y, según los especialistas, a las 72 horas la recuperación de la cirugía es casi total, de forma que la persona puede reincorporarse antes a su actividad socio-laboral.
En esta línea, la videotoracoscopia también consigue reducir el dolor postoperatorio sobre la pared torácica, mejorar la movilidad precoz y minimizar el daño inmunológico y los requerimientos de analgesia postoperatoria. La técnica también reduce el índice de complicaciones y mejora el resultado estético.
Pese a todos sus beneficios, en la actualidad existen muy pocos centros en Europa que realizan esta técnica de forma sistemática para el cáncer de pulmón, principalmente debido a su complejidad. En concreto, en Europa, solo el 10% de los cirujanos torácicos conocen este abordaje, mientras que en España, solo existen tres unidades asistenciales de estas características.
Los tumores torácicos que pueden tratarse con videotoracoscopia incluyen nódulos pulmonares, carcinomas broncogénicos, tumores y quistes mediastínicos, tumores pleurales benignos y, metástasis pulmonares y pleurales.